LA CADENA DE LA UNIÓN


Existe un rito en la Masonería que recibe el nombre de cadena de
unión. Se trata de aquel que está constituido por el entrelazamiento
que forman las manos, (La mano izquierda recibiendo, palma hacia
arriba, y la derecha dando, palma hacia abajo, con las puntas de los
pies unidos entre si) de todos los integrantes del taller, lo cual,
precisamente, tiene lugar alrededor del Ara de la Logia.

En primer lugar, habría que decir que la cadena de unión es uno de los
ritos masónicos que más directamente aluden a la fraternidad masónica,
la que, en efecto, está sustentada en los lazos de armonía y concordia
que entre sí ligan a todos los masones. Son los «lazos de amor», pues
el amor, entendido por lo más alto, es la fuerza que concilia los
contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del
Principio. Dicha fraternidad representa, por tanto, el fundamento
mismo sobre el que se apoya la propia organización iniciática y
tradicional. En este sentido, el entrelazamiento de manos y brazos
configura una trama cruciforme que evoca la imagen de una estructura
fuertemente cohesionada y organizada.

Pero este rito se realiza, fundamentalmente, para dirigir una plegaria
o invocación al Gran Arquitecto, siendo en esa invocación donde reside
su sentido profundo y su razón de ser. Por ello, prescindir de la
plegaria como sucede en muchas logias actuales, por el mero hecho de
ignorarla o por considerarla un trasnochado anacronismo, provoca
inevitablemente el empobrecimiento del propio rito, quedando éste, en
consecuencia, reducido prácticamente a casi nada. Sin embargo, en la
antigua Masonería operativa, la plegaria y las invocaciones de los
nombres divinos formaba parte constitutiva del rito y de los trabajos
simbólicos; y precisamente ella se realizaba en la cadena de unión y
alrededor del cuadro de la Logia, con lo cual se confirma el papel
verdaderamente «central» que este último ha desempeñado siempre en la
Masonería.
 
Por lo general, la cadena de unión comienza y termina en el Venerable
Maestro, y es él, como la máxima autoridad de la Logia, el que dirige
la invocación al Gran Arquitecto. Veamos a continuación un ejemplo de
ésta según es de uso todavía entre algunos Ritos masónicos que han
seguido conservando parte del legado operativo:
«¡Arquitecto Supremo del Universo! ¡Fuente única de todo bien y de
toda perfección! ‘Oh Tú! Que siempre has obrado para la felicidad del
hombre y de todas Tus criaturas; te damos gracias por Tus paternales
beneplácitos, y te conjuramos para que los concedas a cada uno de
nosotros, según Tus consideraciones y según nuestras necesidades.
Esparce sobre nosotros y sobre todos nuestros Hermanos Tu celeste Luz.
Fortifica en nuestros corazones el amor hacia nuestras obligaciones, a
fin de observarlas fielmente. Que puedan nuestras reuniones estar
siempre fortalecidas en su unión por el deseo de Tu placer y para
hacernos útiles a nuestros semejantes. Que ellas sean por siempre la
morada de la paz y de la virtud, y que la cadena de una amistad
perfecta y fraterna sea en lo sucesivo tan sólida entre nosotros que
nada pueda altera. Así sea».
 
Por consiguiente, y según se desprende de esta oración masónica, la
unión encadenada y fraterna se convierte en el soporte horizontal y
psicosomático (terrestre), sobre el que «descenderán» -estimulados por
la plegaria- los beneplácitos (bendiciones) de la influencia
espiritual o supra-individual -«Tu celeste Luz»-, posibilitando así
una vía de comunicación axial entre el cielo y la tierra.. Es decir,
que a través de la invocación lo que se pretende esencialmente es la
comunicación con las energías celestes (las Ideas o atributos
creadores del Arquitecto universal) cuya acción espiritual ha
conformado -y conforma permanentemente- la realidad simbólica, ritual
y mítica (es decir, cosmogónica y metafísica) de la organización
iniciática. Al mismo tiempo, en el rito de la cadena de unión se
concentra la entidad colectiva constituida por todos los antepasados
que realmente participaron en la Tradición y su conocimiento, y de los
que se dice moran en el «Oriente Eterno» (la Logia celeste).
 
Dicha entidad se hace una en comunión con sus herederos actuales, esto
es, con los masones que, habiendo recibido y comprendido (en la medida
que sea) el mensaje de su legado tradicional, contribuyen hoy en día a
mantenerlo vivo y actuante. En este sentido, la cadena de unión
también está simbolizando la cadena iniciática de la tradición
masónica (y por analogía la de todas las tradiciones), cuyo origen es
inmemorial, como lo es asimismo el mensaje que ella ha ido
transmitiendo a lo largo del tiempo y de la historia.
Las individualidades, o mejor, la idea de lo individual y lo
particular que cada componente de la cadena pudiera tener de sí mismo,
desaparece como tal para formar un solo cuerpo que vibra y respira a
una misma cadencia rítmica.
 
La cadena de unión deviene así un círculo mágico y sagrado donde se
concentra y fluye una fuerza cósmica y teúrgica que asimilada por
todos y cada uno de los integrantes de la misma les permite participar
del verdadero espíritu masónico y de su energía salutífera y
regeneradora.
 
No es entonces de extrañar que durante el transcurso del rito de la
iniciación, el neófito reciba simbólicamente la «luz» integrado en la
cadena de unión, lo cual es perfectamente coherente en una tradición
en la que el rito y el trabajo colectivo desempeñan una función
eminente como vehículos de transmisión de la influencia espiritual.
 

Acerca de La Piedra Bruta

La Piedra Bruta en sí es aquella que es recogida directamente de la tierra, por lo que de modo natural, cada una posee las formas más diversas fruto de la acción de las fuerzas de la Naturaleza. En general, se puede decir que una piedra bruta, al no tener una forma definida, al estar llena de impurezas e imperfecciones, no tiene un propósito definido, por lo que su utilidad es mínima. No obstante, contiene en sí toda la potencialidad de una obra de arte, la potencialidad de la trascendencia. Es por ello que se escogen determinadas piedras brutas para la construcción, por la potencialidad que se ve en ellas.
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